viernes, 16 de febrero de 2018



"...A lo que el mar, en respuesta,
sin demorarse, sin apresurarse,
me respondió con un susurro en medio de la noche, y
muy claro antes del alba,
me balbuceó muy bajo la deliciosa palabra muerte,
y de nuevo muerte, muerte, muerte, muerte,
silbando melodioso, no como el pájaro ni como mi
corazón de niño sacado del sueño,
sino acercándose a mí como para una confidencia y
susurrando a mis pies,
trepando desde allá poco a poco hasta mis oídos y
bañándome dulcemente por completo,
muerte, muerte, muerte, muerte, muerte,
..."

(Walt Whitman, "A la deriva")

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Hacia el jardín, el mundo.


"Hacia el jardín, el mundo progresa de nuevo,
preludia potentes parejas, hijos e hijas,
el amor, la vida de sus cuerpos, su significado y ser,
cosa curiosa, ved aquí mi resurección después de un
largo sueño.
Los ciclos que giran en sus vastas órbitas me han traído
de nuevo,
amoroso, maduro, todo es hermoso a mis ojos, todo es
maravilloso;
mis miembros, y el fuego tembloroso que sin cesar y por
una razón u otra los recorre, son lo más maravilloso;
existo, atisbo y penetro todavía,
satisfecho con el presente, satisfeco con el pasado,
a mi lado o detrás, Eva me sigue,
o me precede, y yo la sigo igualmente."

(Walt Whitman, "Hacia el jardín, el mundo")





La cruz que contiene todos los números vivificantes impares.

1 corazón (el centro), 3 círculos azures (el triángulo invertido, agua-tierra), las 5 gotas plateadas en el corazón (el número del ser humano, microcosmos), las 7 ramas de sinople y las 9 gotas plateadas que descienden del matraz (los números de la vuelta a la transcendencia).