"Una de las condiciones fundamentales de la felicidad es saber que todo lo que uno hace tiene sentido eterno; pero ¿quién puede todavía concebir, hoy en día, una civilización en la que todas las manifestaciones vitales se desarrollen "a imagen del Cielo"? En una sociedad teocéntrica, la actividad más humilde participa de esta bendición celestial. Nos acordamos aquí de las palabras que oímos, en Marruecos, a un cantor de la calle; habiéndole preguntado por qué la pequeña guitarra árabe -de la que se servía para acompañar sus salmodias de leyendas- sólo tenía dos cuerdas, obtuvimos la respuesta: "añadir una tercera cuerda al instrumento es dar el primer paso hacia la herejía. Cuando Dios creó el alma de Adán, ésta no quiso entrar en el cuerpo y revoloteó como pájaro alrededor de aquella jaula. Entonces Dios ordenó a los ángeles que tocaran con las dos cuerdas que se llaman el macho y la hembra, y el alma, creyendo que la melodía residía en el instrumento -que es el cuerpo- entró en él y quedó allí encerrada. Por esta razón basta con dos cuerdas - que siguen llamándose macho y hembra- para liberar al alma del cuerpo"."
(Titus Burckhardt "Principios y métodos del arte sagrado")
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