I 6. La ciencia de los hombres es un estiércol recubierto de oropel.
La ciencia de Dios es un oro recubierto de barro."
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II 16. ¿Cuántos reflexionan sobre la obra general de Dios?
¿Cuántos son enseñados por la renovación de todas las cosas?
¿Cuántos realizan la obra particular del Señor?
II 16’. El gran trabajo que da miedo, el que libera de la sombra de la muerte, el que nivela las montañas,
el que hace germinar la tierra, el que hace brillar la vida y la fija en el Señor glorioso."
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III 9. Del huevo incubado sale un pollo, pero nadie se percata de ello.
III 9’. La luz de los astros brilla en el cielo y en el interior de la tierra.
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III 78’. Sublime virgen revestida de terror.
Alimento vivo del mundo.
Nodriza del sol.
Santa Madre de los hombres.
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V 94'. Bajo el hedor de la muerte se oculta el perfume de la rosa.
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VII 32’. El agua preciosa parece despreciable en su simplicidad, por eso el mundo la abandona; pero la tierra muerta, que
parece adornada con tantas promesas, cuesta la vida a los hombres sometidos a la apariencia.
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IX 44. Cuando lo que es superior abandona lo que es inferior, el cuerpo se descompone por completo.
Pero cuando lo que es superior se une a lo que es inferior, el cuerpo se recompone en su integridad.
X 65. No cambiaremos la naturaleza de los seres y de las cosas mediante nuestros pequeños trabajos y, si la contenemos un
momento, surgirá después más fuerte que nunca.
Pero Dios es todopoderoso, pues cambia incluso las tinieblas en luz de vida.
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XI 28. ¿Quién liberará su alma de la tierra extranjera? Y ¿quién hará descender al Señor en la tierra santa?
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XI 72. Vencer al mundo combatiéndolo o huyendo de él, tal es la alternativa aparente que se ofrece a todos si queremos
evitar los aplastamientos, las desgarraduras y el enfangamiento.
Sin embargo, el Sabio conoce una tercera solución que libera de todo mal, de toda servidumbre y de toda ignorancia,
pues es la que separa pacientemente en nosotros la vida de la muerte.
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XII 5. El hombre ha sido hecho de la mejor parte del cielo y de la tierra y, si fuera limpiado de su mugre, se le vería resplandecer
como las estrellas, como la luna y como el sol.
XII 43'. Nos reuniremos con el tesoro de Dios y permaneceremos en su esplendor y en su paz para siempre.
«Únicamente el agua santa puede lavarnos de la mugre tenebrosa y hacernos revivir en la luz del Señor».
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XIII 29'. Roguemos a Dios en nosotros mismos para reconocer el medio que permite descubrir la substancia oculta bajo la costra de
la tierra extranjera.
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XIV 1. Cuando seamos instruidos por el Señor, nuestra mugre nos horrorizará y la de los demás nos espantará. Entonces, rogaremos
para que nuestra mancha sea borrada y para que la carga de todos sea aligerada.
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XV 62'. Nuestro Dios es un Dios que se come, que se bebe, que comunica la vida, la mantiene, la libera y la restituye en su
primacía admirable. Es un Dios que se da para salvar en nosotros lo que subsiste de vida extraviada en la muerte.
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XVI 62'. Para separar la almendra de la mugre que la rodea siempre hay que lavar, y es un gran secreto que la naturaleza
pone diariamente en evidencia ante todos. Sin embargo, hace falta la inspiración de Dios para comprender la evidencia de la
ciencia divina.
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XVII 19'. Defendamos la joya, pero no defendamos la mugre que la recubre; rechacémosla más bien resueltamente, teniendo,
sin embargo, mucho cuidado de no rechazar la joya al mismo tiempo.
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XVII 62. Nuestros malos pensamientos, nuestras malas palabras y nuestras malas acciones son lo que da entrada en nosotros a los demonios
de la desdicha, del desespero y de la muerte y, por encima de todo, la curiosidad imprudente de nuestros primeros padres.
XVII 62'. Nuestros buenos pensamientos, nuestras buenas palabras y nuestras buenas acciones son lo que nos salva de la mezcla infame
y de la muerte putrefacta; pero, por encima de todo, es el amor de Dios lo que nos ilumina y purifica del veneno antiguo.
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XVIII 5. El maligno nunca dice su nombre francamente, prefiere ocultarse bajo una falsa identidad o bien dice «YO».
«La corteza».
XVIII 5'. Soy la esencia, soy la substancia y soy el nudo, dice el Señor del centro.
«La almendra».
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XIX 60'. En el comienzo crepuscular del fin, las estrellas serán reunidas para formar con el sol, la luna y los santos la tierra
de los vivos fecundada por Dios; y a continuación habrá el medio tenebroso del fin.
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XXI 27. Los que son capaces de escrutar la verdad de Dios, incluso a través del horror de la muerte, son los únicos que merecen
ver brillar la lámpara del Perfecto.
XXI 27'. ¿Quién ligará el espíritu?
¿Quién encarnará el alma?
¿Quién purificará el cuerpo?
XXI 27". ¡Oh, divino sol de Dios, nos siembras en la muerte, nos haces crecer en la vida y nos estableces para siempre en tu
gloria sin par!
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XXII 20. Hemos disuelto y purgado nuestros humores en el barro húmedo, y los hemos confortado y perfeccionado en la luz del cielo.
XXII 20'. Veremos el esperma aparecer y crecer como el rocío de la mañana, y veremos el germen encarnarse en su pureza y cambiarla
en su propia naturaleza fija y perfecta.
XXII 58. El agua de la gracia es lo que funde el corazón mortificado y separa en nosotros la vida pura de la mugre de la muerte.
El fuego del amor es lo que fecunda el corazón depurado y lo multiplica en la gloria de Dios.
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XXV 58. Las RAÍCES del árbol de vida...
XXV 58’. Son como el TRIO VIL que une el cielo y la tierra.
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XXVII 11. La piedra del fundamento es la más despreciada porque es oscura, pero es la más preciosa, pues todas las demás están ocultas
en ella.
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XXVIII 16’. Oye mi plegaria, tú, cuya luz es toda inteligencia, todo amor y toda potencia de vida. Ven a mí sobre tu rayo penetrante y
despierta mi vida dormida en las tinieblas del exilio. Reanímame y sálvame del horror de la muerte, ¡oh, maravilloso Padre que
prodigas tu simiente santa incansablemente! «Los que dan al Señor otro nombre que el de Único nacido de Aquel que ES, se engañan y
engañan al mundo».
XXVIII 45’. ¡Oh, santo barro del abismo despreciado por los inteligentes del mundo!, en ti se esconde el oro precioso que ennoblece a los
simples hijos de Dios.
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XXIX 2. La Bestia devora a los hombres a fin de subsistir en su cloaca de muerte tenebrosa y hedionda.
XXIX 2’. Dios consume la mugre que nos ciega y nos mata a fin de establecernos en la vida eterna y pura.
XXIX 13. ¿Hay algo común entre la luz y las tinieblas?
XXIX 13’. ¡Nada en substancia! ¡Los mundos mixtos en una mezcla!
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XXX 38. Hay que estar profundamente hundido en el estado bestial para encontrarse bien en el hedor de la muerte que nos habita y que
rezuma por todos lados.
XXX 38’. ¿Cómo es posible permanecer ahí cómodo? ¿Cómo es posible instalarse ahí confortablemente? ¿Cómo es posible descansar ahí
tranquilamente? ¿Cómo es posible aferrarse a ello frenéticamente?
XXX 39. ¿No es a causa de la herencia divina que subsiste milagrosamente en nosotros bajo la ignominia de la mugre extranjera?
XXX 39’. ¿No haríamos mejor en separar estas dos en la santa contemplación de Dios, antes que mezclarlas cada vez más en la vana
agitación del mundo?
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XXXII 48’. Sólo el ARTE de Dios puede liberarnos de la infamia putrefacta del pecado de muerte.
XXXII 49. Nadie debe equivocarse: la creación de Dios es magnífica, es espléndida, es perfecta y es única en substancia y en esencia.
XXXII 49’. Ya que incluso caída y mezclada con el barro de afuera, todavía es hermosa y nos enseña la vía del retorno al Único Esplendor.
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XXXIV 10. Escuchemos al insensato de Dios que nos habla: «En el día de la restitución de todas las cosas, los elegidos de Dios ya no
conocerán la mugre de la muerte, ni el dolor, ni la enfermedad, ni el trabajo servil, ni la suciedad, ni la pobreza, ni la duda, ni
el miedo, ni el odio, ni las tinieblas del exilio»
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XXXIV 10’. Sus vestiduras serán de un blanco inmaculado y sus rostros resplandecerán como el oro en fusión; sus deseos les serán
concedidos incluso antes de que los formulen, y la alegría de su paz será unánime en el Único Esplendor. No es una vana promesa
la que se nos hace aquí.
XXXIV 36’. Es una sal, pero también es un azúcar. Es una tierra, pero también es un fuego. Es un agua, pero también es un aire. Es una
luz, pero también es un abismo.
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XXXV 41. No, este no es un Libro para los saciados del mundo que se han instalado definitivamente en la cloaca de la muerte.
XXXV 41'. Es un Libro para los hambrientos del cielo que buscan llorando su patria perdida.
XXXV 46. Que nuestra fe en la Omnipotencia de Dios sea ciega e idiota, a fin de que se vuelva clarividente y espiritual por la encarnación
del verbo divino que libera de las tinieblas de la muerte.
XXXV 46’. Los que reciben la palabra de vida participan de la gracia de Dios que libera de la esclavitud del mundo. Ningún trabajo
servil les será impuesto y la muerte misma será rechazada lejos de ellos, porque su lote es la vida libre e imperecedera donde
permanece el Señor de eternidad.
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XXXVI 54’. ¿No es la mujer quien ha dado entrada al mal entregándose a él? Y ¿no es así como la muerte ha penetrado en nosotros por el
canal de la vida?
XXXVI 54". ¿No es también el Señor descendido del cielo quien se encarna en la mujer y nos devuelve la vida entregándose a la muerte que
nos habita?
XXXVI 79. La vida y la muerte están inextricablemente mezcladas en el mundo caído, y nuestras ciencias profanas son impotentes para
separarlas y para exaltar la vida pura hasta el reposo de Dios.
XXXVI 79’. Así, todos nuestros sutiles pensamientos, todas nuestras bellas palabras y todos nuestros grandes trabajos van a la muerte,
pues nuestros espíritus, nuestros corazones y nuestras manos están oscurecidos por la mezcla infame.
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XXXVII 15. Rezaremos así para la comida: «Gracias Señor, que te entregas para nuestro alimento bajo el velo tenebroso de las criaturas
terrestres. Haz que la digestión se realice en nosotros perfectamente, a fin de que recibamos tu vida preciosa y que rechacemos
el veneno de la muerte».
XXXVII 15’. Rezaremos así para la comunión: «Gracias Señor, que te das a nosotros para nuestra salvación, bajo el velo luminoso de la
criatura celeste. Haz que tu vida gloriosa resplandezca en nosotros para siempre, después de haber aniquilado la abominación del
pecado de muerte que nos mantiene en la agonía del exilio».
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XXXVIII 20. ¡Santa MADRE de DIOS, guiad nuestra búsqueda e iluminad nuestra vía en las tinieblas de este mundo de exilio, a fin de que
accedamos por vuestra gracia hasta el Señor encarnado, que nos liberará del pecado de muerte donde agonizamos miserablemente!
XXXVIII 20'. ¡Santa MADRE de DIOS, dignaos revelaros a vuestros hijos amantes y cándidos, entreabriendo sólo para ellos, con el permiso
de nuestro Señor Dios, el velo oscuro que extravía a los malvados y a los orgullosos sectarios del mundo entenebrecido!
XXXVIII 66'. Cuando el cuerpo maravilloso del Señor triunfante aparezca ante nuestros ojos deslumbrados, alargaremos santamente nuestras
manos purificadas, por efecto de la fe agradecida y loca, a fin de constatar, para nuestra inmensa alegría, la realidad tangible
del glorioso resucitado que vive más allá de toda muerte.
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XXXIX 8. ¡Oh, pura esencia, incluida en la pura substancia, que gimes con el hombre caído!, permite que el Libro que habla de nuevo de
tu amor aparezca en el mundo, a fin de que tus hijos enlutados perciban una vez más tu llamada antes del juicio aterrador que viene.
XXXIX 8’. ¡Oh, Amada que contienes al Amado!, permite que el Libro de tu esplendor imante de nuevo a la multitud de tus hijos caídos en
el barro, que yerran miserablemente tranquilizándose con tu antigua promesa, sin hacer nada para penetrarla ni para ponerla en
práctica verdaderamente.
XXXIX 30'. ¿Hay algo más estúpido que el Estado anónimo? Y ¿no estamos bajo el reinado de la Bestia ciega y sorda? Y ¿no adoramos a
la Bestia que nos tritura ciegamente?
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XXXX 1’. Iré a ti, con el corazón purificado y el espíritu claro dentro de tu cuerpo resucitado, si me envías tu salvación desde este
mundo, Señor de amor y de conocimiento verdaderos; porque sólo tu esplendor es recibido por tu esplendor y sólo tu santa unidad
se funde en el Único.
XXXX 16’. Felices quienes recuerdan que el Señor nació en un humilde establo, bienaventurados quienes reencuentran su huella en este
mundo y muy felices quienes le calientan de nuevo como asnos sabios.
(Louis Cattiaux "El mensaje reencontrado")
frases tomadas de http://www.elmensajereencontrado.com/2014/02/MR-esencia-sustancia-mugre.html
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