viernes, 21 de septiembre de 2018

Iglesias vacías


Las iglesias nuevas, vaciadas de su simbolismo esotérico (y antaño además recubierto de la doctrina exotérica), que tuvieron en el gótico y la antiguedad, también se han vaciado así del contenido que era capaz de transformar al ser humano.

Como reflejo de una sociedad en la que la iglesia ya sólo administra su demoledora incapacidad, sus nuevas iglesias han llegado a ser únicamente cáscaras refractarias a la vida, como si por el complejo de ya no poder cumplir su función, también ya quieran echar de sí la vida en su totalidad.

La catedral de Chartres, por ejemplo, era, y aún es, un perfecto engranaje de conversión espiritual. En su estructura más profunda se funda en la geometría y el número, como los fundamentos primeros que conforman la estructura del universo, y que resuenan en el ser humano como microcosmos (espejo en pequeño del gran universo). Recubiertos de capas de arte sagrado, hasta llegar en su capa más externa al arte que explica el orden de la sociedad, que era, por lo menos en su aspiración, también una copia del orden más profundo.

Todo este engranaje cayó en desorden hace tiempo, y con la pérdida del mensaje simbólico esotérico, que apuntaba (y apunta pese a todo) hacia el templo exterior como imágen y ejemplo (o plano a seguir, por así decirlo) para poder construir el templo interior, se perdió también la religiosidad exterior, quedando el vacío de ambos.


(Mikael, comentario sobre "Fanáticos y Vacíos" de Avelina Lesper, https://www.avelinalesper.com/2018/09/fanaticos-y-vacios.html)



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